Sabéis esa sensación cuando por la mañana suena el despertador y no te puedes ni mover? Entonces lo cojo en la mano y voy ‘callándolo’ pero cada cinco minutos inexorablemente vuelve a soltar su berrido desgarrador que araña mi alma cada mañana (y es que cómo odio madrugar!) y mientras me recuerda que van pasando los minutos y yo sigo sin moverme, mi cabeza empieza a elucubrar “si me ducho rápido y pienso ya qué me voy a poner, y desayuno en el trabajo, puedo arañar diez minutos” “si no me lavo el pelo y sólo me ducho rápido, puedo ganar más tiempo”, etc… y por ahí mil soluciones, algunas surrealistas, otras descabellas, y todas ellas desesperadas, pasan por mi cabeza, una tras otra… entonces recuerdo también los estragos cometidos los últimos días, el dolor de garganta fruto del tabaco y de las bebidas frías, lo mal (y mucho) que comí ayer durante TODO el día, y cómo me estoy saltando la dieta fijada, las cosas que debí haber hecho y no hice y ahora están ahí bombardeándome como misiles de la conciencia que me recuerdan que estoy perdiendo un poco demasiado el norte, que algo de fiesta y romper la monotonía va genial, pero que yo me estoy desviando ya demasiado del camino tan duramente trazado… y en fin…, es en esos momentos durante los que también las ideas milagrosas acuden a la menta “no importa, hoy me paso el día a piña, nada más que piña”, “me vengo a casa al mediodía y hago esto y lo otro y encima descanso y así esta tarde tengo las cosas más o menos hechas, etc…”, y mil cosas más, que yo misma sé que no voy a ser capaz de cumplir, porque ahora mismo, con el agotamiento que tengo la única duda está entre si bajarme abajo a por un sándwich y una coca-cola Light para recuperar las energías perdidas de este ritmo insano que llevo, o irme a por la piña que tan voluntariosamente he traído… pero francamente, quién quiere piña en un momento así? El cuerpo me pide recuperar energías de forma rápida, porque me espera un día contundente y así no puedo continuar… necesito parar, necesito quedarme en casa haciendo nada y descansando, pero no puedo, no hay puentes en este mes, hasta semana santa…., no hay un solo día perdido extra… y este finde tenemos ‘la gran mudanza’ y yo sólo quiero dormir todas las horas que me pida el cuerpo y después dedicarme a mí… y volver a cuidarme, a quererme, y tener mi cerebro en paz y despejado, sólo eso…
Pero mañana volverá a sonar el despertador y yo volveré a utilizar todos los subterfugios con que mi cerebro me bombardeará para arañar minutos de aquí y allá… y poder pasar algo más de tiempo bajo el edredón…
Eso sí, hoy me lavé el pelo, la sensación de anoche tenía que borrarla! Al menos eso…
miércoles, 20 de febrero de 2008
Hoy no me puedo levantar...
Publicado por Pati en 3:16
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